Dentro del ámbito deportivo se recomienda antes y después de realizar una actividad física, un estiramiento que nos ayudará a prevenir lesiones y dolores. Gracias a esto, aumenta la afluencia sanguínea y se calientan los músculos. Después de hacer ejercicio, los músculos se recomponen.
Ahora traslademos esto a las finanzas personales: es práctico que veas a tu bolsillo o a tu cartera como si fuera un músculo. Cuando empiezas a gastar con sumo gusto y como si no hubiera mañana, lo único que provocas es que ese músculo (la cartera), sufra un desgaste y casi siempre termine lesionado. Esto será tan permanente y tan grave como tú alientes el consumo irresponsable.
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Mientras más flexibilidad tengas, menores riesgos de lesiones habrán, así que dale a tu cartera el calentamiento necesario con el siguiente consejo:
Mejora tu flexibilidad. Para esto tendrás que ir acostumbrando a tu bolsillo creando el hábito de ahorrar NO LO QUE TE SOBRA, sino que apartes una cantidad considerable en el momento en que recibes tu pago. Mientras mayor sea esa cantidad, mejor, pero lo que importa es crearte el hábito así que cualquier cosa en un principio es bueno. Igual que con la actividad física de estirarte antes y después del ejercicio, a tu cartera fortalécela ya con lo ahorrado antes de gastar, haz de cuenta que nunca existió, al final trata de reducir gastos y ahorra otra cantidad, así tu ahorro crecerá muchísimo.
Si tú eres de los que ven dinero y se mueren por gastarlo, checa en tu banco ya que casi en todos hay cuentas que toman el dinero desde tu nómina la cantidad que tu indiques y te la destinan a una cuenta de ahorro. Todo esto te ayudara a aplicar la estrategia de “quítamelo que me lo gasto”, bien decía mi abuelo que “la vida sin tentaciones es más fácil” y si te ayudan las instituciones de esa manera pues entonces verás qué rápido empiezas a crearte el hábito del ahorro y qué fácil fortaleces uno de los músculos más importantes: tu cartera.
Carlos Tovar
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